¡PELITO PARA LA VIEJA!!!
Manifiesto a favor de los que usan peluquín.
La gente que usa peluquín o bisoñé es señalada con los dedos, en plena vía pública por todo clase de seres humanos. ¿Quién no maulló al ver aproximarse una persona con su apósito capilar? ¿Quién no miró de reojo o con desdén al pobre viejo de pelo artificial? Muchos son los que se burlan de los que usan este accesorio capilar, sabiendo incluso que el portador de semejante alfombrado sufre cómo una parturienta. Quizá el quedarse pelado sea el equivalente masculino al sufrimiento de la maternidad, o quizá solo sea como un dolor de ovarios, pero creanmé que no me gusta comparar esta clase de disfunciones con la discapacidad capilar.
He aquí unas consideraciones sobre lo cruel que podemos ser con la gente que no se ajusta a nuestros parámetros de lo que creemos que está bien. En este país, donde sale a relucir a cada rato la defensa por las buenas costumbres, donde proliferan los justicieros mediáticos, donde se señala todo lo malo. Todos, absolutamente todos nos reímos de la gente que usa peluquín.
Todos, desde la izquierda comprensiva hasta la derecha más reaccionaria se unen en este mundo para gozar con beneplácito de la gente que en el extremo superior de su humanidad sufre la falta de pelo propio. Gente prestigiosa ha sido encasillada solo por tener en su cabeza algo que suponemos nos habilita para prejuzgarlos. Silvio Soldán tuvo más prensa en toda su carrera por usar “gato” que cuando fue acusado de cómplice de estafa y asesinato, el talento de Mariano Mores solo fue opacado por su extensión y ni hablar de la perdida de credibilidad que sufrió el astrólogo Horangel, y algunos trasplantados cómo Alberto Martín que fue comparado con un político cordobés solo por tener su mismo injerto. ¿Quién puede dudar que Ruckauf es más odiado ahora que tiene pelo postizo que cuando fue cómplice del vaciamiento del país en la década menemista?
La gente que usa peluquín es valiente por naturaleza, porque soportan ser señalados y humillados, anteponiendo su dolor a la falta de pelo ante la vergüenza y el escarnio de los portadores de blondas cabelleras, que ya que estamos, algunos son más ridículos y artificiales que los propios bisoñés (les recuerdo que algunos están realizados de pelo natural) jopos lujosamente lustrados, personas engominadas, hombres con onditas en el pelo estilo Sergio Denis o melenitas prolijamente cuidadas estilo Tinelli (son los que van cada tres días a la peluquería) los insulsos claritos que tan de moda están en estos momentos y ni hablar de las extensiones que usan las mujeres en la actualidad ¿O acaso ellas no están haciendo el mismo trabajo de superposición de pelo que un usuario de bisoñé?
Respetemos a los que usan peluquín, ellos no se ajustan a las dictaduras de la moda, ellos son personas con personalidad, podrían usar boinas, incluso estuvieron hasta hace poco de moda las de cuero, podrían usar las gorras con visera de los skaters, un pañuelo a lo Axl Rose, o esos gorritos tipo marinero que se usaron tanto esta temporada en Punta. Pongansé en su lugar, imaginensé que la gente se burla de usted descaradamente porque usa corbata, o porque usa esa cartera taaan de hombre que le regalo su mujer, siente a sus espaldas las risas de completos desconocidos que lo ven a usted como el monumento a la ridiculez y tienen el derecho de hacerlo sentir como un miserable, patético y despreciable ser, solo porque algo de usted no entra en los parámetros tradicionales de belleza. ¿Qué nos cuesta hacer feliz a una persona? ¿Qué tan difícil puede ser aunque sea "hacer la vista gorda" cada vez que nos crucemos con un hombre con peluquín? Tampoco pido que pongamos de moda este singular adorno, solo pido que cuando pase alguien con pelo postizo, no sea blanco de burlas, que no tenga que escuchar lastimeros maullidos, ni tenga que ver dedos acusatorios. Por eso les pido que apoyemos a los consumidores de este adminículo, que les vende de a momentos la ilusión de ser una persona capilarmente feliz.
La gente que usa peluquín o bisoñé es señalada con los dedos, en plena vía pública por todo clase de seres humanos. ¿Quién no maulló al ver aproximarse una persona con su apósito capilar? ¿Quién no miró de reojo o con desdén al pobre viejo de pelo artificial? Muchos son los que se burlan de los que usan este accesorio capilar, sabiendo incluso que el portador de semejante alfombrado sufre cómo una parturienta. Quizá el quedarse pelado sea el equivalente masculino al sufrimiento de la maternidad, o quizá solo sea como un dolor de ovarios, pero creanmé que no me gusta comparar esta clase de disfunciones con la discapacidad capilar.
He aquí unas consideraciones sobre lo cruel que podemos ser con la gente que no se ajusta a nuestros parámetros de lo que creemos que está bien. En este país, donde sale a relucir a cada rato la defensa por las buenas costumbres, donde proliferan los justicieros mediáticos, donde se señala todo lo malo. Todos, absolutamente todos nos reímos de la gente que usa peluquín.
Todos, desde la izquierda comprensiva hasta la derecha más reaccionaria se unen en este mundo para gozar con beneplácito de la gente que en el extremo superior de su humanidad sufre la falta de pelo propio. Gente prestigiosa ha sido encasillada solo por tener en su cabeza algo que suponemos nos habilita para prejuzgarlos. Silvio Soldán tuvo más prensa en toda su carrera por usar “gato” que cuando fue acusado de cómplice de estafa y asesinato, el talento de Mariano Mores solo fue opacado por su extensión y ni hablar de la perdida de credibilidad que sufrió el astrólogo Horangel, y algunos trasplantados cómo Alberto Martín que fue comparado con un político cordobés solo por tener su mismo injerto. ¿Quién puede dudar que Ruckauf es más odiado ahora que tiene pelo postizo que cuando fue cómplice del vaciamiento del país en la década menemista?
La gente que usa peluquín es valiente por naturaleza, porque soportan ser señalados y humillados, anteponiendo su dolor a la falta de pelo ante la vergüenza y el escarnio de los portadores de blondas cabelleras, que ya que estamos, algunos son más ridículos y artificiales que los propios bisoñés (les recuerdo que algunos están realizados de pelo natural) jopos lujosamente lustrados, personas engominadas, hombres con onditas en el pelo estilo Sergio Denis o melenitas prolijamente cuidadas estilo Tinelli (son los que van cada tres días a la peluquería) los insulsos claritos que tan de moda están en estos momentos y ni hablar de las extensiones que usan las mujeres en la actualidad ¿O acaso ellas no están haciendo el mismo trabajo de superposición de pelo que un usuario de bisoñé?
Respetemos a los que usan peluquín, ellos no se ajustan a las dictaduras de la moda, ellos son personas con personalidad, podrían usar boinas, incluso estuvieron hasta hace poco de moda las de cuero, podrían usar las gorras con visera de los skaters, un pañuelo a lo Axl Rose, o esos gorritos tipo marinero que se usaron tanto esta temporada en Punta. Pongansé en su lugar, imaginensé que la gente se burla de usted descaradamente porque usa corbata, o porque usa esa cartera taaan de hombre que le regalo su mujer, siente a sus espaldas las risas de completos desconocidos que lo ven a usted como el monumento a la ridiculez y tienen el derecho de hacerlo sentir como un miserable, patético y despreciable ser, solo porque algo de usted no entra en los parámetros tradicionales de belleza. ¿Qué nos cuesta hacer feliz a una persona? ¿Qué tan difícil puede ser aunque sea "hacer la vista gorda" cada vez que nos crucemos con un hombre con peluquín? Tampoco pido que pongamos de moda este singular adorno, solo pido que cuando pase alguien con pelo postizo, no sea blanco de burlas, que no tenga que escuchar lastimeros maullidos, ni tenga que ver dedos acusatorios. Por eso les pido que apoyemos a los consumidores de este adminículo, que les vende de a momentos la ilusión de ser una persona capilarmente feliz.